Se espera que el Futuro Sistema Aéreo de Combate (FCAS), un proyecto de defensa conjunto entre Alemania, Francia y España, esté en la agenda cuando el Ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, visite París para conversar con la Ministra de Defensa francesa, Catherine Vautrin.
El FCAS tiene como objetivo redefinir el «futuro del combate aéreo» manteniendo al mismo tiempo la independencia de los socios no europeos.
La iniciativa, lanzada en 2017 y con un coste de al menos 100.000 millones de euros, tiene como objetivo reforzar las defensas de Europa e incluirá aviones de combate de sexta generación apoyados por drones interconectados en una nube de combate.
Sin embargo, las disputas de propiedad han generado incertidumbre sobre el proyecto.
Reuters informó en septiembre que el Ministerio de Defensa de Alemania acusó al fabricante francés de aviones de combate Dassault de bloquear el proyecto después de que el director ejecutivo Eric Trappier pidiera más autoridad para tomar decisiones sobre la siguiente fase del proyecto.
Jacob Ross, investigador del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores (DGAP), dijo a Euronews que a pesar de las intenciones de Dassault, otras partes del proyecto están estrechamente vinculadas a las otras dos empresas implicadas en el proceso: la alemana Airbus y la española Indra.
¿Está en crisis la amistad entre Francia y Alemania?
Es probable que los sistemas de armas de próxima generación (NGWS) sean el centro de las discusiones entre los dos ministros de defensa.
Puede ser un avión de combate tripulado o no tripulado, apoyado por un dron llamado portaaviones remoto.
Todos los elementos están conectados en red a través de la Air Combat Cloud digital, lo que permite el rápido intercambio de datos de sensores y la creación de informes de situación conjuntos.
El FCAS debería hacer que las futuras operaciones militares sean más efectivas y resistentes gracias a sus altas propiedades de sigilo. Esto significa que los aviones de combate serán difíciles de detectar mediante sensores de radar, infrarrojos, acústicos y visuales. Además, el sistema debe ser capaz de realizar guerra electrónica y desplegar armas de precisión de largo alcance.
En general, se trata de un «sistema de sistemas» en red que supera las capacidades de los aviones de combate actuales, como el Eurofighter y el Rafale, y tiene como objetivo garantizar la soberanía aérea europea a largo plazo.
El coste de desarrollo del proyecto se estima entre 80 mil millones y 100 mil millones de euros.
Sin embargo, el proyecto se encuentra actualmente estancado debido a disputas sobre proveedores, diseño y división del trabajo entre las empresas de defensa involucradas, Dassault (Francia) y Airbus (Alemania/España).
Mientras Dassault reivindica un papel de liderazgo en el sector de los aviones de combate, Alemania está considerando socios alternativos o un enfoque nacional.
Francia ha propuesto rediseñar el modelo de división del trabajo para darle a Dassault un «papel de liderazgo industrial» más fuerte. Sin embargo, la segunda fase del FCAS, en la que se iba a crear un vehículo de prueba, aún no ha comenzado debido a retrasos, aunque los planes oficiales prevén que las pruebas se realicen ya en 2027.
Sin embargo, existe la posibilidad de que Pistorius y Vautrin no tomen la decisión en París. Según los informes, el canciller alemán Friedrich Merz y el presidente francés Emmanuel Macron discutirán el proyecto FCAS en Berlín el martes.
Se espera que a finales de año se encuentre una solución definitiva. Sin embargo, ambos países aparentemente están considerando poner fin o reestructurar su proyecto conjunto de aviones de combate multimillonarios y quieren centrarse en su lugar en una «nube de combate».
Combat Cloud ya forma parte de FCAS y está destinado a conectar en red futuros aviones, drones y centros de mando.
Mientras tanto, España sigue trabajando en FCAS e invirtiendo en la tecnología.
¿Una solución nacional?
Berlín ya tiene un sucesor del FCAS, el Combat Fighter System Nucleus (CFSN).
Una vez más, la atención se centra en la construcción de una «nube de combate» y el desarrollo de un conjunto de vehículos de combate no tripulados europeos. La «Nube de combate» conecta todos los aviones y drones y les permite trabajar en conjunto con los sistemas de la OTAN.
En la segunda fase se producirán dos drones. Un avión no tripulado de 4 a 5 toneladas para reconocimiento y guerra electrónica, y una versión de 10 toneladas para misiones aire-tierra y aire-aire. El primer prototipo se utilizará para entrenamiento en 2029, seguido del despliegue operativo.
El plan es entonces integrar en la nube de combate los aviones de combate existentes, como el Eurofighter Typhoon y el avión furtivo F-35A. La etapa final prevé el desarrollo de un nuevo caza, idealmente en cooperación con España o Suecia.
Mientras tanto, París planea desarrollar un avión de combate moderno de próxima generación basado en el Rafale F5.
Dassault Aviation está desarrollando el F5 como un nuevo avión con radar mejorado, nuevos motores y capacidad para trabajar con drones.
En Francia, esto se considera una evolución rentable que preserva la soberanía industrial del país, y los socios extranjeros quedan en gran medida excluidos del proyecto.


